Con amor, Pericles
- Andrea Mendoza Trujillo
- 10 feb 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 29 abr 2019
Querido tú y si me lo permites, querido yo, ¿qué vas a regalar esta semana? Sí, esta semana, porque la sociedad nos ha impuesto que un día de celebración cristiana es un día comercial. Ahora bien, y ¿qué es el amor?, ¿sentimos todos lo mismo?, ¿tiene edad?, ¿es un valor? Desde este momento aviso que no voy a dar respuesta a estas preguntas, pero sí voy a dar a conocer, posiblemente, a uno de los grandes griegos.
El amor de hoy en día es esa idea viral de “amor abstracto”, “amor platónico”. Sin embargo, el amor, y no hablo del amor real, porque cada persona es un mundo, no es más que la unión de valores que la sociedad brinda. Cada uno de nosotros crecemos con unos valores que las personas de nuestro alrededor nos enseñan, y me pregunto ¿eso no es amor? Hay amor en el descanso, en la idea de lo público, en el acto de compartir, en la libertad individual, en la lucha por lo que uno cree y en el camino de la belleza y el placer. Quizás estos dos últimos elementos de belleza y placer son los que tú, y si me lo permites yo, asociamos más con el amor. Pero amigo, todas esas ramas mencionadas sobre la sociedad y el amor, no son más que las bases de la sociedad actual. Ramas que hace años el griego, político y orador, Pericles, pronunciaba en lo que sería posteriormente escrito por Tucídides “El Discurso fúnebre de Pericles".
"Es amor bien pobre el que puede evaluarse". W.Shakespeare
Querer y cuidar pueden llegar a ser sinónimos de amor. ¿Por qué no? Tal vez, lo que se necesite hoy en día es una transformación. Una transformación individual, que cada persona se sentara a reflexionar por qué un día muestra más afecto, atención, cariño o amor, que otros. Aunque, no me cabe la menor duda que también existe gente de otro tipo, gente que demuestra todos y cada uno de los días, por lo que a las primeras se les tendría que dar una especie de tutorial de Marie Kondo del amor. El amor que cada uno demuestre a la persona que quiere nunca tendrá un precio o un valor, nunca se podrá conseguir con bienes materiales, porque como dijo W.Shakespeare “es amor bien pobre el que puede evaluarse”.

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